Ayer mi hijo de 10 años y yo, tuvimos un momento de conexión muy especial e importante porque fue la culminación de todo un proceso de exploración y empatía sobre un tema en el que estábamos atascadas desde hacía un tiempo.

 

A menudo me chacaleo a mi misma diciéndome: ! Vaya madre, parece mentira que des talleres de CNV! Y es que aunque conozco y uso la CNV  desde hace más de 10 años, a veces, no la utilizo desde el “momento zero”, es como si me olvidase que tengo esta herramienta tan potente...Con la práctica, ésto ha mejorado, a veces sale en el “momento 1 o 2..” Noto que cada vez la tengo más integrada incluso en las situaciones difíciles en las que afloran los patrones y reaccionamos de manera automática. Es más, creo que ya la CNV empieza a ser un patrón y una respuesta automática en mi. Pero...no siempre, sobretodo cuando descuido el hábito de “ limpieza emocional”. 

 

La conversación de ayer empezó con una exigencia disfrazada de petición por mi parte y mi hijo lo notó enseguida. Cuando exigimos, tenemos todos los puntos para que la otra persona reaccione sometiéndose o poniéndose a la defensiva. En su caso fue la segunda.

 

Al escuchar su NO y sus argumentos para ese NO, me sentí muy dolida, frustrada, indignada...Yo quería colaboración o, al menos, un poco de empatía hacia mis sentimientos. Cómo no entendía qué necesidades estaba cubriendo con su estrategia de decirme que NO, le “pedígí” ( petición+exigencia: era bastante petición porque yo empezaba a estar abierta a un NO y a la vez era consciente que seguía enfadada y que necesitaria autoempatía para acoger su negativa) que explorásemos sus NECESIDADES con las cartas KONEKTA FÁCIL de Sentimientos y Necesidades que usamos para nuestro escaparate emocional.

Reconozco que se lo pedí enfadada...él, al principio dijo que no quería. Entendí que le daba pereza, que le resultaba incómodo y que se sentía vulnerable. Se lo dije, aún disgustada, e insistí en que para mí era importante y urgente. Hice una nueva petición, no sólo centrada en mí, sino incluyendo su sentir: “¿ estás dispuesto a explorarlo en otro momento durante la próxima semana?”. Por fin se colmó su necesidad de respeto, de ser visto, de elección, de empatía… y pudo conectar con querer cuidar de nuestra relación y contribuir a mi vida y dijo: “Venga, vamos a hacerlo ahora”..

Con un poco de abertura de corazón y empatía, como por arte de magia, pasamos de estar con orejas de chacal a orejas de jirafa. Se lo agradecí emocionada. Que mi hijo esté dispuesto a pasar por un momento incómodo para contribuir a mi vida ¡es un regalo para mi!.

Podéis imaginar que, en ese momento, yo estaba con muchas ganas también de aportar a su vida, me sentía amorosa, abierta, empática…

A partir de ahí, el proceso fue fluido y harmonioso. No fue fácil;  el atasco era grande y descubrimos que venía de años atrás. Y aún y la complejidad, reflejo a reflejo, de la mano de la empatia, carta va, carta viene, llegamos a las NECESIDADES más genuinas de ambes, las acogimos y nos hicimos peticiones ( en positivo, concretas, realizables y negociables).  Fue un momento precioso de CONEXIÓN.

En situaciones como esta,¡agradezco tanto conocer la CNV!, me siento tan afortunada  por los recursos que me brinda!

Me lleno de amor y gratitud hacia todas las personas que, empezando por su creador Marshall Rosenberg, de una forma u otra, han hecho y hacen posible que hoy, la CNV sea, como decía Marshall, “un /mi lenguaje de vida”, que sea mi manera de estar en el mundo.

Aunque a veces se me olvide… ”paso a paso, camino se hace al andar”