Todos los juicios, críticas y diagnósticos que emitimos, así como las interpretaciones que hacemos de los demás, son expresiones de nuestras propias necesidades. Si alguien nos dice: «Tú no me entiendes», lo que está diciéndonos en realidad es que su necesidad de ser comprendido no está satisfecha. Cuando nuestra esposa nos dice: «Esta semana estuviste trabajando todas las noches hasta muy tarde; tu trabajo te importa más que yo», lo que nos dice en realidad es que necesita que seamos más afectuosos con ella.
Siempre que manifestamos nuestras necesidades de una manera indirecta y nos valemos de evaluaciones, interpretaciones e imágenes, lo más probable es que los demás perciban críticas en nuestras palabras y que, por lo tanto, se defiendan o contraataquen. Si aspiramos a que los demás nos respondan de un modo solidario, al manifestar nuestras necesidades por medio de la interpretación o el diagnóstico de su comportamiento, estaremos actuando de manera contraproducente. En cambio, cuanto más directamente conectemos nuestros sentimientos con nuestras necesidades, más fácil será que los demás respondan a ellas de forma compasiva.
Lamentablemente, no se nos ha educado para pensar en cuáles son nuestras necesidades. Nos hemos acostumbrado a creer que son los demás quienes se equivocan cuando no satisfacemos nuestras necesidades. Así pues, si queremos que nuestros hijos se acostumbren a colgar sus abrigos en el armario, quizá los califiquemos de haraganes cuando los dejen sobre la cama. O tacharemos a nuestros colaboradores de irresponsables si no llevan a cabo sus tareas como nos gustaría.
En una oportunidad me invitaron a actuar de mediador en unos conflictos que se iban exacerbando día a día entre un grupo de terratenientes y otro de trabajadores temporarios en el sur de California. Inicié el encuentro haciéndoles dos preguntas: «¿Qué necesitan ustedes? ¿Qué querrían que hicieran los otros para satisfacer esas necesidades?». Uno de los trabajadores exclamó: « ¡El problema es que esta gente es racista!». Pero uno de los terratenientes, gritando más que él, dijo: « ¡No, el problema es que ellos no respetan la ley ni el orden!». Como suele ocurrir, ambos grupos estaban mejor preparados para analizar los defectos que percibían en los otros que para expresar con claridad sus propias necesidades.
En otra oportunidad me encontré en una situación parecida al reunirme con un grupo de israelíes y palestinos que querían establecer la confianza mutua necesaria para que reinase la paz en sus respectivos países. Inicié la sesión con esta pregunta: «¿Cuáles son sus necesidades y qué les gustaría pedir a los otros para satisfacerlas?». En lugar de exponer directamente sus necesidades, un mujtar palestino (una especie de alcalde rural) respondió: «Ustedes actúan como los nazis». Hay que reconocer que una manifestación de este tipo no facilitaba precisamente la cooperación de los israelíes.
Casi de inmediato intervino una mujer israelí que contraatacó: «Mujtar, lo que usted acaba de decir demuestra una gran insensibilidad de su parte». Allí había un grupo de personas que se habían reunido para reforzar la confianza y la armonía, pero con el primer intercambio de palabras la situación se había puesto peor que antes. Es lo que suele ocurrir cuando la gente se dedica a analizar y criticar a los demás en lugar de manifestar claramente cuáles son sus necesidades. Si la mujer hubiera tomado en cuenta sus necesidades y peticiones habría podido responder al mujtar, por ejemplo:
«Lo que yo necesito es más respeto en nuestro diálogo. En lugar de decirnos cómo cree que actuamos, sería mejor que nos dijera qué le molesta de nuestra manera de actuar».
La experiencia me muestra una y otra vez que desde el momento en que las personas comienzan a conversar sobre qué necesitan, en lugar de hacerlo sobre sus mutuos defectos, aumenta en gran medida la posibilidad de que encuentren maneras de satisfacer sus necesidades. A continuación se enumeran algunas de las necesidades humanas que todos compartimos:
Autonomía
• Elección de ideales/objetivos/valores
• Elección de proyectos para lograr nuestros propios ideales, objetivos y valores
Nutrición y cuidado físico
• Aire
• Agua
• Alimentación
• Descanso
• Expresión sexual
• Contacto físico
• Movimiento, ejercicio
• Protección de aquellas formas de vida que amenazan a la vida: virus, bacterias, insectos, animales depredadores
• Vivienda
Celebración y conmemoración
• Celebración de la creación de la vida y de los ideales alcanzados.
• Conmemoración de las pérdidas: de los seres queridos, los ideales, etc. (duelos)
Esparcimiento
• Diversión
• Risa
Integridad
• Autenticidad
• Creatividad
• Propósito
• Autoestima
Comunión Espiritual
• Armonía
• Belleza
• Inspiración
• Orden
• Paz
Interdependencia
• Aceptación
• Agradecimiento
• Amor
• Apoyo
• Comprensión
• Comunidad
• Confianza
• Consideración
• Contribución al enriquecimiento de la vida
• Empatía
• Honestidad (la honestidad que nos permite aprender de nuestras propias limitaciones)
• Proximidad
• Respeto
• Seguridad
• Seguridad emocional
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