El cuarto componente de la Comunicación no violenta se centra en el tema de lo que nos gustaría pedirnos mutuamente para enriquecer nuestras vidas. Tratamos de evitar las expresiones vagas, abstractas o ambiguas, y recordamos emplear un lenguaje de acción positiva para hacer saber a los demás lo que queremos de ellos, en lugar de centrarnos en lo que no queremos.
Al hablar, cuanto más claramente manifestemos qué queremos, más probable será que lo consigamos. Como el mensaje que emitimos no siempre es el mismo que recibe quien nos escucha, necesitamos aprender a averiguar si lo que dijimos se entendió correctamente. Sobre todo cuando hablamos en un grupo, debemos dejar muy claro qué clase de respuesta esperamos recibir. De otro modo tal vez iniciemos conversaciones improductivas que harán perder mucho tiempo a los miembros del grupo.
Las peticiones se interpretan como exigencias siempre que las personas que las reciben creen que se las culpará o maltratará si no acceden a satisfacerlas. Para lograr que los demás confíen en que les estamos pidiendo algo, y no exigiéndoselo, debemos indicarles de alguna manera que sólo queremos que hagan lo que pedimos si realmente desean hacerlo. El objetivo de la Comunicación noviolenta no consiste en cambiar a la gente ni en modificar su conducta, sino en establecer relaciones basadas en la sinceridad y la empatía que permitirán en última instancia que se satisfagan las necesidades de todos.
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