La Comunicación No Violenta en acción
Compartir los miedos con respecto al tabaquismo de un íntimo amigo
Hace más de treinta años que Al y Burt son grandes amigos. Al no fuma y ha hecho todo lo posible para convencer a Burt de que abandone el hábito de fumar dos paquetes de cigarrillos diarios. Tras haber observado que su amigo tiene una tos que va haciéndose cada vez más persistente, Al decide hablarle un día con toda la energía y la vitalidad que subyacen en su rabia y su miedo no expresados.
Al: Burt, ya sé que hablamos muchas veces de lo mismo, pero quiero que me escuches bien: tengo miedo de que los malditos cigarrillos terminen matándote. Eres mi mejor amigo y quiero que vivas muchos años. No quiero que pienses que estoy juzgándote. No lo estoy haciendo, lo que pasa es que estoy preocupado. (En otras ocasiones en que Al ha tratado de que Burt deje de fumar, éste lo ha acusado de juzgarlo.)
Burt: Comprendo que te preocupes. Somos amigos desde hace muchos años...
Al (haciendo una petición): ¿Estarías dispuesto a dejarlo?
Burt: Ojalá pudiera.
Al (entendiendo que puede haber sentimientos y necesidades que impiden que Burt consiga su propósito): ¿Tienes miedo de fracasar si lo intentas?
Burt: Sí... Ya sabes que lo intenté muchas veces... Sé que la gente piensa mal de mí porque no soy capaz de dejarlo.
Al (adivinando lo que Burt querría pedirle): Yo no pienso mal... Ni siquiera si veo que vuelves a intentarlo y vuelves a fracasar. Simplemente me gustaría que lo intentes una vez más.
Burt: Gracias, pero no eres el único que quiere que lo deje. Todos lo desean. Lo puedes ver en sus ojos; te consideran un fracasado.
Al (empatizando con los sentimientos de Burt): Debe ser agobiante preocuparte por lo que piensen los demás cuando ya tienes bastante con el esfuerzo de dejar de fumar.
Burt: La verdad es que odio la idea de ser adicto al tabaco, que hay algo que no puedo dominar.
Al mira a su amigo a los ojos y asiente con la cabeza. Su interés por los sentimientos y necesidades de Burt y la atención que les presta se manifiestan a través de esta mirada y del silencio que sigue a continuación.
Burt: Además, ahora ni siquiera me gusta. Cuando ves cómo te mira la gente cuando fumas en un lugar público, te sientes un verdadero paria. Es muy incómodo.
Al (sigue mostrando su empatía): Tengo la impresión de que ahora quieres dejarlo de veras, pero tienes miedo de volver a fracasar... y lo que eso significaría para tu propia imagen y tu confianza en ti mismo.
Burt: Sí, supongo que es eso... Mira, creo que hasta ahora no había hablado nunca así con nadie. En general, cuando me dicen que lo deje, los mando al diablo. Me gustaría dejarlo, pero no quiero que me presionen.
Al: No querría presionarte. No sé si lograré ayudarte a que venzas tu miedo al fracaso, pero puedes tener la seguridad de que estoy dispuesto a apoyarte todo lo que pueda. Si tú quieres, claro.
Burt: Claro que quiero. Me conmueve que te preocupes por mí y que te ofrezcas a ayudarme. Pero... supongamos que no estoy preparado todavía para intentar dejarlo de nuevo, ¿también te parecerá bien?
Al: ¡Claro! Burt, mi afecto será el mismo de siempre. ¡Lo único que quiero es tenerte afecto por mucho más tiempo! (Dado que Al le formuló a Burt una verdadera petición, y no una exigencia, tiene conciencia al hablarle de su compromiso con la calidad de la relación entre ellos, al margen de la respuesta que reciba. Le manifiesta este compromiso y su respeto por la necesidad de Burt de conservar su autonomía con las palabras: «Mi afecto será el mismo de siempre» y también le expresa su propia necesidad diciéndole: «¡Lo único que quiero es tenerte afecto por mucho más tiempo!».)
Burt: Bueno, entonces quizá lo vuelva a intentar... pero ¡no se lo digas a nadie! ¿De acuerdo?
Al: Por supuesto que no. Tú decidirás el momento. No se lo voy a decir a nadie.
Escribir comentario