La comunicación no violenta en acción
La conexión de una esposa con su marido moribundo
A una persona acaban de diagnosticarle un cáncer de pulmón en fase avanzada. En la escena siguiente, que se desarrolla en su casa, intervienen una enfermera, el paciente y su esposa, y esta ocasión es para el hombre la última oportunidad que le queda de establecer una conexión emocional con su mujer y hablar con ella de su estado terminal antes de ingresar en el hospital. La esposa inicia la conversación con la enfermera quejándose de la fisioterapeuta que forma parte del equipo de salud domiciliario asignado a su marido.
Esposa: Es una mala terapeuta.
Enfermera (escuchando con empatía lo que siente y desea la mujer): ¿Está descontenta porque le gustaría que le ofrecieran un servicio de mejor calidad?
Esposa: No hace nada. Cuando vio que mi marido tenía el pulso acelerado, le dijo que no siguiera caminando.
Enfermera (que continúa escuchando con empatía los sentimientos y deseos de la mujer): ¿Quizá porque desea que su esposo se ponga bien, tiene miedo de que, si la fisioterapeuta no lo presiona, no recuperará las fuerzas?
Esposa (echándose a llorar): ¡Sí, tengo mucho miedo!
Enfermera: ¿Tiene miedo de perderlo?
Esposa: Sí, ¡llevamos tanto tiempo juntos!
Enfermera (prestando atención a otros sentimientos que se esconden detrás del miedo): ¿Le preocupa pensar qué será de usted si su marido se muere?
Esposa: No me imagino la vida sin él. Siempre ha estado a mi lado. Siempre.
Enfermera: ¿Le entristece pensar en cómo será su vida sin él?
Esposa: Sólo lo tengo a él. Es lo único que tengo, ¿comprende? Mi hija ni siquiera me habla.
Enfermera: Parece que está disgustada con su hija y que le gustaría tener una relación diferente con ella.
Esposa: Ojalá nuestra relación fuese diferente, pero mi hija es muy egoísta. No sé por qué me molesté en tenerla. ¡Para lo que me sirve ahora!
Enfermera: Parece que usted está molesta y disgustada porque le habría gustado contar con más apoyo por parte de su familia durante la enfermedad de su esposo.
Esposa: Sí, está muy enfermo, y no sé cómo voy a cuidarlo yo sola. No tengo a nadie... ni siquiera para desahogarme hablando... salvo usted... ahora. Tampoco puedo hablar con él de esto... ¡Fíjese cómo está! (El marido permanece callado e impasible.) ¡No dice nada!
Enfermera: ¿Está triste porque le gustaría que los dos se apoyaran mutuamente y estuvieran más unidos?
Esposa: Sí. (Hace una pausa y a continuación formula una petición a la enfermera.) Hable con él como habla conmigo.
Enfermera (deseando comprender claramente la necesidad que hay detrás de la petición de la mujer): ¿Le gustaría que alguien escuchara a su marido y lo ayudara a expresar lo que siente?
Esposa: Sí, eso es exactamente lo que quiero. Quiero que hable y se sienta cómodo, y así podré saber qué siente. (Basándose en la suposición de la enfermera, la mujer primero toma conciencia de lo que quiere y luego encuentra las palabras para decirlo. Es un momento clave, ya que a menudo a la gente le cuesta mucho saber lo que quiere en una situación determinada, aun cuando sepa muy bien qué es lo que no quiere. Vemos cómo una petición específica — «Hable con él como habla conmigo»— se convierte en una especie de autorización para la otra persona. La enfermera ahora puede actuar de una manera que ella sabe que estará en armonía con los deseos de la mujer. Esto cambia el ambiente de la habitación, ya que ahora las dos, esposa y enfermera, «trabajan juntas», y ambas de un modo compasivo.)
Enfermera (volviéndose hacia el hombre): ¿Cómo se siente después de escuchar lo que dijo su esposa?
Marido: La quiero mucho.
Enfermera: ¿Está contento de tener la oportunidad de decírselo?
Marido: Sí, necesitamos hablar de esto.
Enfermera: ¿Estaría dispuesto a decirle cómo se siente con respecto al cáncer?
Marido (después de un breve silencio): No me siento nada bien. (Es frecuente que se utilicen las palabras «bien» y «mal» para describir los sentimientos cuando no se ha profundizado del todo en la emoción específica que se está viviendo. Expresar sus sentimientos de una forma más precisa podría ayudar a este hombre a establecer la conexión emocional que busca tener con su esposa.)
Enfermera (animándolo a ser más preciso): ¿Tiene miedo de morir?
Marido: No, no es miedo. (Observemos que, aunque la suposición de la enfermera no es la correcta, no se interrumpe la corriente del diálogo.)
Enfermera: ¿Se siente enojado ante la muerte? (Como se trata de un paciente al que le cuesta expresar con palabras lo que siente por dentro, la enfermera continúa apoyándolo en el proceso.)
Marido: No, enojado no.
Enfermera (al llegar a este punto y después de no dar con la expresión exacta, la enfermera decide expresar sus propios sentimientos): Si quiere que le diga la verdad, no llego a comprender cuáles son sus sentimientos. Tal vez usted pueda aclarármelos.
Marido: Me preocupa qué hará ella sin mí.
Enfermera: ¡Ah! Le preocupa que ella no sepa seguir adelante cuando usted falte, ¿es así?
Marido: Sí, me preocupa que me eche de menos.
Enfermera (sabe muy bien que a menudo los enfermos terminales se aferran a la vida debido a que les preocupa que las personas que van a dejar no sepan arreglárselas sin su ayuda. A veces necesitan quedarse tranquilos sabiendo que las personas queridas son capaces de aceptar su muerte antes de que puedan permitirse marchar): ¿Le gustaría saber qué siente su esposa cuando escucha sus palabras?
Marido: Sí.
En este momento la esposa se une a la conversación y, en presencia de la enfermera, los dos expresan abiertamente lo que sienten el uno por el otro.
La mujer inició este diálogo quejándose de la fisioterapeuta. Sin embargo, después de intercambiar unas cuantas frases con la enfermera que le permiten advertir que su interlocutora recibe sus palabras de manera empática, es capaz de determinar que lo que quiere en realidad es una relación más estrecha con su marido en ese momento tan crítico de la vida de ambos.
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