Este fin de semana estuvimos en Toledo, por motivos de trabajo (ya os contaré en el próximo artículo), y visitamos la exposición: “Mírame soy visible”, dedicada a visibilizar a las mujeres mayores víctimas de violencia.

 

Tanto Joan como yo salimos tan impactados que queremos dedicar el artículo de esta semana a hablar de ello y compartir con vosotrxs nuestra experiencia.  

 

Recorrer los pasillos de esta exposición, sobre la violencia de género en mujeres mayores, fue una experiencia conmovedora. Cada panel, fotografía y testimonio era un eco de décadas de duelos no contados, de sufrimientos invisibilizados, de gritos ahogados. Aunque sabemos que la violencia de género afecta a mujeres de todas las edades, leer las realidades de las mujeres mayores nos permitió tomar un poco más de consciencia de lo que sucede cuando una vida de silencios y maltratos llega a acumularse.

 

En este Proyecto, el arte y las palabras ofrecen, de manera sencilla y profunda, voz a quienes han permanecido, en muchos casos, en el olvido. Historias de maltrato psicológico, económico y físico avaladas por el peso de los mandatos religiosos, culturales, la dependencia económica y, muchas veces, demasiadas, la ausencia de credibilidad por parte de las propias familias y de una red de apoyo. 

 

 

¡Me siento triste, indignada! y mientras escribo, no puedo evitar pensar en cómo la Comunicación NoViolenta (CNV) podría haber cambiado estas historias. ¿Qué habría sucedido si estas mujeres hubieran tenido las herramientas para identificar sus necesidades, expresar sus emociones y poner límites con claridad? ¿Y si las personas a su alrededor hubieran sido capaces de escuchar sin juzgar, ofreciendo apoyo en lugar de perpetuar el maltrato?

 

Entre lágrimas, me digo que quiero intentar no sumar más juicios de los que ya he escrito y hecho porque, en el fondo de mi corazón sé que no ayudará a que las cosas cambien como deseo que cambien. 

La CNV nos enseña a ver más allá del comportamiento de las personas para conectar con las emociones y necesidades hermosas y legítimas que están detrás. Como decía Marshall Rosenberg, el creador de la CNV, "detrás de cada acto de violencia hay una necesidad insatisfecha". 

 

Es esta mirada la que, confío, supondrá un cambio de paradigma, un camino de transformación, para las víctimas, para quienes las rodean y para nuestra sociedad en general.

 

La exposición también nos ha hecho reflexionar sobre la importancia de enseñar herramientas de gestión emocional y comunicación a estas mujeres.  Por ejemplo, en muchos casos el miedo y la culpa son recurrentes. A través de la CNV, estas emociones y patrones pueden ser explorados y transformados, fortaleciendo su autoestima y ganando claridad para encontrar su salida. 

 

E igual de importante me parece, actuar sobre la comunidad. Las mujeres mayores, muchas veces aisladas, necesitan espacios seguros donde puedan hablar y sentirse escuchadas, y también necesitan una sociedad que se comprometa a verlas y acompañarlas con empatía. Si algo nos despertó sonrisas y esperanzas durante el recorrido fue leer que las protagonistas de estas historias tenían a día de hoy un grupo de apoyo de pares, que celebraban y agradecían con toda el alma y miles de elogios. 

Viendo la importancia de este apoyo social, la pregunta es: ¿cómo podemos contribuir, como sociedad, a satisfacer esas necesidades y a prevenir futuros ciclos de violencia?

 

Aunque no tengo una respuesta inmediata a esto, sí que cojo un compromiso que empezó con el escrito de este artículo; usar y animar a las herramientas de la CNV no solo para gestionar conflictos cotidianos, sino también para combatir las formas de violencia que siguen enraizadas en nuestras estructuras sociales y culturales.

 

Me despido con esta frase John Welwood, a modo de inspiración y brújula. Feliz y consciente fin de semana. Francina 🌻🦋🤗💜

 

 

“El agente de crecimiento y transformación más poderoso es algo mucho más básico que cualquier técnica: un cambio en el corazón” J. W