La importancia de transmitir la Comunicación NoViolenta a los adolescentes
Gracias al Centro de la Mujer, el Ayuntamiento y el Instituto de Olías del Rey, a finales de noviembre tuve la oportunidad de facilitar una sesión de Comunicación NoViolenta (CNV) con los estudiantes de todos los 3º de ESO de dicho Instituto. La experiencia nos reafirmó en lo vital que es llevar estas herramientas a adolescentes, una etapa crucial en la que, a menudo, tambalean las bases de su autoestima y en las que tener habilidades de comunicación y gestión emocional puede ser crucial.
Comenzamos la sesión con preguntas sencillas, pero claves: “¿Cómo estáis hoy?”, “¿Alguien os ha preguntado cómo os sentís esta mañana?”, “¿Os lo habéis preguntado a vosotrxs mismxs?”. Los NO, NO, NO…Nos llevaron a reflexionar sobre una realidad contundente: vivimos en una sociedad que valora mucho más la higiene y el aspecto físico que la higiene emocional. A menudo, se enseña a lxs niñxs la importancia de lavarse los dientes, pero no se les educa para validar y entender sus emociones. ¿Cómo podemos desarrollar una autoestima sana sin este pilar fundamental?
La Comunicación NoViolenta es un regalo para adolescentes (y para cualquier edad😉) porque nos brinda una “brújula” para tener claridad sobre lo que es realmente importante en cada momento, situación, relación etc.
Durante la sesión, hablamos de la diferencia entre el lenguaje “Chacal” y “Jirafa”, dos metáforas que Marshall Rosenberg utilizó para ilustrar formas de comunicación que generan conflicto o conexión. Lxs estudiantes se conectaron con ejemplos cotidianos: “¡No te enteras!”, “Tendrías que ser como tu hermana”, o “¡Siempre haces todo mal!”, frases que seguramente todxs hemos escuchado o dicho alguna vez.
A través de juegos y actividades, aprendimos a distinguir entre estas dos formas de comunicación y a entrenarnos para hablar “Jirafa”, un lenguaje que fomenta el buen trato y la empatía. Las dinámicas, como identificar si una frase era “Chacal” o “Jirafa” y reflexionar sobre nuestras propias necesidades, hicieron que los conceptos se esclarecieran y se llenaran de sentido práctico.
Uno de los momentos más significativos fue trabajar con los cuatro pasos de la CNV un conflicto propio:
1. Observación sin juicio: Aprender a describir lo que sucede sin interpretar ni etiquetar.
2. Identificar sentimientos: Reconocer lo que sentimos, sin calificarlos de buenos o malos, sinó como mensajeros de necesidades satisfechas o insatisfechas.
3. Reconocer necesidades: Entender que mis sentimientos tienen que ver con mis necesidades.
4. Formular peticiones claras: Pedir de manera concreta y viable lo que queremos para cuidar de esas necesidades teniendo en cuenta, también, las necesidades de todxs lxs implicadxs.
Por ejemplo, exploramos cómo abordar situaciones cotidianas, como cuando un amigo no cumple su parte de un trabajo en grupo o explica una confidencia. En lugar de reaccionar desde el “Chacal” (“¡Eres un irresponsable!”), practicamos hablar desde el “Jirafa” (“Me siento frustrado porque necesito confianza en nuestro grupo. ¿Podrías avisarme si no puedes completar tu parte?”).
Educar a adolescentes en CNV es sembrar las semillas de una sociedad más empática y consciente. Si logramos que aprendan a escucharse a sí mismxs y a las demás personas, a reconocer y cuidar sus necesidades, estaremos construyendo cimientos sólidos para sus relaciones futuras, tanto personales como profesionales.
Salir del aula sabiendo que hemos dado herramientas prácticas para el bienestar emocional y la resolución de conflictos es una sensación impagable. Espero que estas experiencias sigan multiplicándose, porque cada sesión es una oportunidad para transformar vidas desde la empatía y el respeto mutuo.
Feliz día, Francina
Escribir comentario